domingo, 27 de octubre de 2013

Buenos muchachos


Nueva York, 1970. Es de noche, en una carretera sola, primera imagen un Cadillac, en él están nuestros antihéroes: Henry acelera mientras vence el sueño, a su lado está Jimmy que reposa tranquilamente, y en el asiento trasero, Tommy en silencio sostiene una pala. Los tres escuchan un ruido y se detienen. Abren la maleta y a nuestra sorpresa está un hombre cubierto de sangre y gritando por su vida. Acto seguido, nuestro buen muchacho Tommy lo acuchilla numerosas veces mientras Jimmy le dispara seis veces y escuchamos la frase célebre: 
 Desde que tengo uso de razón, siempre quise ser un gánster.

Con esta primera escena, ya es claro de que va Goodfellas, gansters. Sin embargo, a diferencia de la otra película de mafia, The Goodfather, esta plantea una historia más exacta, basada en hechos reales. Scorsese logra plasmar con naturalidad la cotidianidad de la vida de un mafioso de calle. Un ejemplo: La cena en la casa de Tommy. Mi escena favorita sin duda, llena de contradicciones y mucho humor. Los amigos sentados comiendo lo que les acaba de preparar la madre de Tommy, una dulce y agradable señora, interpretada por la madre del mismo Scorsese, estos ríen y disfrutan su compañía, sin darle importancia a que hace horas habían asesinado brutalmente a Batts, y que su cadáver aún está en la maleta del carro.

A parte de la frescura de la escena, que en parte se debió a que la mayoría fue improvisada, es cómo se plantea el arquetipo del antihéroe lo más me llama la atención, principalmente en Tommy. Un personaje psicópata, violento, fácilmente alterable que al mismo tiempo es gracioso y cariñoso con su madre, no deberíamos sentir empatía, pero nos termina agradando. Y eso es lo que logra Scorsese al hacernos entrar a esta burbuja, nos compromete moralmente y nos convertimos en cierta forma en uno más de la familia, aceptando con normalidad lo que ocurre. La madre de Tommy está tal vez al tanto de lo que hace su hijo, y su preocupación es que coma y se case, no cuestiona su trabajo y nosotros tampoco. 

Andrea Hergueta. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario