Cuando uno es un invitado, uno se adapta a cómo funcionan las cosas en el
sitio a donde llegó. Pero los mafiosos en Casino
hicieron de Las Vegas su casa, pasando sutilmente por eso encima de todo y
de todos. Las consecuencias no tardaron en aparecer.
Estos mafiosos jugaron por sus propias reglas del juego, se rigieron según las
normas apegadas a su estilo de vida y juzgaron según su propio código moral. Pero
a diferencia de Goodfellas y de Mean Streets, ya no están en su “pequeña
Italia” de Brooklyn, aquí son invitados.
El contexto es tan hostil como un desierto, literalmente como el desierto de
Mojave que rodea Las Vegas. Palabras lapidarias las que le dice el vaquero a
Ace, Sam Rothstein, luego de que éste despidiera a su inútil cuñado del casino:
“Mr Rothstein, su gente nunca comprenderá cómo funcionan las cosas aquí. Son
todos invitados pero actúan como si estuvieran en casa. Déjame decirte algo,
socio. Esta no es su casa”.
Estamos nuevamente en el área moral, en la que Scorsese insiste. Una vez más
aparece el tema de la infidelidad amorosa, familiar y comunal. El contraste en
el que se mueven los personajes entre infidelidad y lealtad es casi irónico.
Tan contradictorio como cualquier figura no-ficcional.
A diferencia de Goodfellas, en cuanto
a la infidelidad en relación de
pareja, en Casino ésta recae sobre el
personaje la esposa, Ginger (Sharon Stone), quien traiciona a Ace con su amigo
de la infancia Nicky. Esto termina de detonar la relación de Nicky y Ace que
viene mal por los ruidosos e innecesarios problemas que Nicky está ejecutando,
salpicando la buena imagen de hombre de negocios que ha intentado construir
Ace. Paradójicamente, en la distancia tomada por los conflictos entre ambos
caballeros, Ginger drogada y desesperada por tener su parte del dinero le suplica
a Nicky, su nuevo protector y amante, que mate a Ace. “Lo conozco desde hace 35
años. De verdad crees que lo voy a matar por ti?”, responde Nicky. Infidelidad versus
lealtad.
Una vez más vemos cómo los superiores, los de “arriba”, se involucran los conflictos
amorosos para detenerlos. En una genial escena, Gaggi le pregunta a Frankie, el
más cercano de Nicky, si este último realmente está teniendo una aventura con
la esposa de Ace. La imagen en pantalla se congela con un plano medio corto de
Frankie y se convierte en el narrador. En voz
en off escuchamos cómo Frankie tomó la decisión de arriesgar su vida y mentirle
al más alto de todos los superiores de la mafia salvarle la patria a Nicky,
aunque sabía que tarde o temprano ninguno (ni Ace, ni Ginger ni Nicky) tendría
salvación. Infidelidad versus lealtad. En Casino,
el mayor problema está en que este tipo relaciones extra-maritales son malas
para el negocio. En tanto que en Goodfellas,
la respuesta que le dan a Henry cuando quiere dejar a Karen es que lo más importante
es la familia. Una vez más el recuerdo de que ya no estamos en casa, en la
Pequeña Italia, sino en Las Vegas, y aquí lo primordial es el negocio.
Una vez más, Scorsese nos muestra los mejores momentos de un imperio y su
caída. Vemos cómo al principio de la historia importa la distribución en partes
iguales de los blueberries para los
ponquecitos, y cómo al final, lo único que importa es cómo hace cada personaje para
pelear por lo que cree suyo, para obtener todos los "ponquecitos" que creen que
les pertenecen. Pero malas decisiones fueron tomadas en el camino y las
consecuencias no tardan en llegar, tal como presagió el vaquero Patt Webb.
Por Rebecca Perich
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