domingo, 24 de noviembre de 2013

Taxi Driver. El rechazo y la sangre

Dice Roger Ebert: "That Scorsese finds the rejection more painful than the murders is fascinating, because it helps to explain Travis Bickle" .


Una de las escenas más devastadoras de toda la película es la llamada telefónica de Travis a Betsy. Curiosamente, no presenta ni una gota de sangre sino gira entorno a la eterna soledad a la que está destinada Travis. En su sincero y absoluto desconocimiento de algo mejor, Travis lleva  Betsy en su primera cita a ver una “película sucia”. Naturalmente, Betsy sale ofendida decidida a no verlo más. Travis, queriendo ofrecer una disculpa genuina, llama a Betsy. La escena se presenta en un plano medio con Travis de espalda a la cámara. Oímos únicamente la voz de Travis pero podemos rellenar los vacíos con facilidad. Como es de esperarse, Betsy lo rechaza. Es tan doloroso de observar que la cámara hace un paneo a la derecha y deja la toma fija en un pasillo largo, vacío, distante, solitario, que evoca a un pasillo de hospital, mientras se escucha la voz de Travis preguntándole a Betsy por las flores que le envió, insistiendo en conseguir una nueva oportunidad para volverla a ver.

La película tarda alrededor de 1 hora 10 minutos para mostrar las primeras gotas de sangre: la muerte del ladrón en la tienda a manos de Travis.  Y una vez que aparece la sangre, no hay vuelta atrás. En una de las secuencias finales vemos a Travis dispararle a Sport en la acera. Luego, se sienta en las escaleras del edificio como tomando la decisión de entrar o no, y finalmente lo hace. Entra y le vuela los dedos al pimp que cobra por las habitaciones. La sangre sale a chorros. Tal como dijo el compañero de Betsy de la campaña de Palantine: “La mafia hace eso todo el tiempo. Si alguien hace un trabajo mal, te vuelan los dedos”. Y la sangre sigue saliendo. La escena continúa hasta el cuarto donde Travis le dispara al hombre que está con Iris. Y la sangre sigue saliendo. Todos mueren, menos Travis.

Travis, el salvador, el héroe, el asesino, el rey de su propia mafia redentora. A ése Travis Scorsese nos lo muestra con todos los pelos y señales, para regocijarnos junto a él en el catártico momento de su victoria con la muerte de la escoria neoyorquina. Travis, el frustado, el enamorado, el rechazado, el abandonado. A él no podemos verlo, no podemos acompañarlo en su momento más bajo. No podemos hacerlo porque es tan real que duele.



 Por Rebecca Perich

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