Ver Raging Bull fue una experiencia única. Durante mucho
rato me sentía atrapado, sin entender muy bien por qué. La historia de Jake
LaMotta que nos contó Scorsese generaba con cada segundo un increíble peso
emocional en mí, y al mismo tiempo lograba que mi interés fuera aumentando a un
ritmo tan vertiginoso que sin importar lo agotado que me sentía, no quería parar
de verla. Cuando la película llegó a su final , sólo pude sentarme a reflexionar,
¿Qué fue lo que la hizo tan especial?
Hubo algo en lo errático e impredecible del comportamiento
de Jake que de alguna manera; aunque reprochable; no me resultaba alienante.
Las acciones de LaMotta me molestaban, me disgustaban profundamente. El hecho de
que en ocasiones aparentemente se diera cuenta del daño que causaba y aún así
siguiera violentando a quienes lo rodeaban me causaba un fuerte descontento, sin
embargo lo que sentía poco tiempo después era lástima, incluso un dejo de
comprensión. Pero, ¿Por qué?
Sinceramente pensar sólo por mi cuenta no me llevó a mucho.
Fue durante clase y gracias a lo que pude leer después que di con lo que creo
es la respuesta a mi interrogante, o al menos es la respuesta que me deja
satisfecho. Scorsese realizó este film saliendo de un momento de significante
turbulencia personal. Saber sobre su adicción a las drogas, sobre el tiempo que estuvo recluido en una clínica, sobre su deseo de dejar de hacerr películas, redimensiona la visión que puede tenerse del film. Comprender que la lucha de Jake con sus demonios
internos; consigo mismo; representa un paralelismo importante entre realizador
y personaje es esencial para apreciar el nivel de intimidad que tiene esta
película, intimidad con la que todos podemos conectarnos
A mi entender, la historia de Jake LaMotta deja una reflexión
fundamental. Creo que en algún momento de nuestras vidas todos hemos tenido
algo del personaje. Correr en la dirección equivocada sabiendo que lo es, me
resulta algo con lo que cualquiera se puede relacionar. Es una condición propia
del ser humano y además es el motor que impulsa el comportamiento de un toro
que embiste de manera salvaje hacia el torero durante una corrida de toros tradicional.
No pretendo fijar que todos somos
de naturaleza violentos, ni mucho menos, ni que mi respuesta ante los
problemas sea la violencia, tampoco quiero decir que mi visión sea la definitiva; por el contrario, planteo todo esto como una percepción muy personal, la de que todos podemos errar de maneras tan
evidentes, tercas y dañinas como las de Jake. Está en nosotros tratar de rectificar. Jake me cautivó porque lo vi como un reflejo
de cosas que puedo cambiar. Raging Bull me llegó de manera muy íntima, porque
creo en la redención de LaMotta y de todos quienes nos hemos equivocado alguna vez.
Javier Muñoz
La verdad es que hasta que me tocó ver Raging Bull por este curso, no me había llamado la atención ver esta película. Sin embargo, me parece que fue excelente no haberla visto hasta ahora y luego de entender aunque sea un poco a Scorsese, porque no es lo mismo ver esta película, como dices, entendiendo que Scorsese estaba en un momento complicado de su vida a verlo en la ignorancia. Y esto, pues, para nosotros que estamos pendientes de estos detalles que nos llenan un poquito.
ResponderEliminarLos paralelismos entre Scorsese y sus protagonistas es un tema digno de otro post enteramente para eso.
Me gustó mucho tu reflexión Javier.
ResponderEliminarLa verdad es esa, la película y el personaje adquieren un valor emocional agregado al conocer la pasión de Scorsese. Porque creo que lo que lo mueve a él para dirigir ese personaje que requiere de tanta energía es la pasión por el cine, esa intimidad de la que hablas. Creo que la siente y por eso la transmite tan bien.
Me parece de todos modos que es una lástima que se tenga que recurrir a la violencia como ejemplo para eso que creo que dices, reconocer y rectificar. Quizas Scorsese con su tema de la redención lo que intenta es tratar de explicarnos cómo reconocer nuestro errores.