jueves, 20 de junio de 2013

Las cosas a lo Rothstein



Al terminar de ver Casino quedé agotada. Poco tuvo que ver con la duración de la película sino con el estrés al que estuve sometida. No quería que Ace Rothestein muriese. ¿Por qué? Pues… porque yo soy así. Se supone que nuestra participación en este blog tiene que reflejar lo que pensamos de la película o que debemos responder alguna pregunta que nos hicimos al ver alguna de las obras de Scorsese. Yo he decidido reflexionar sobre la manera que Ace de hacer las cosas.

Al principio pasó por mi cabeza que tendría que ver otro matón más pero no resultó así. Por supuesto que es un hombre rudo, fuerte, insistente, inteligente, pero no es un patán, ¿o sí? Solo era un hombre listo que sabía cómo lograr que las cosas funcionaran, es decir, a su manera. His way or the highway. ¿Lo dudan? Las palabras del propio Ace me ayudan en este caso.

“Listen to me very carefully. There are three ways of doing things around here: the right way, the wrong way, and the way that I do it. You understand?” Ace Rothstein.
Cuando me detengo a pensar en ese estilo de vida –o en el estilo de vida de Ace en Casino-, pienso que se justifica su manera de ser y de pensar. Quiero decir, no se le puede pasar ni un detalle. ¿No eres dueño del lugar? ¿No quieres que tu casino sea el mejor de Las Vegas? ¿No te gusta que te vean bien desde casa? ¿No te gusta tener a tus jefes mafiosos contentos porque les generas ganancias? ¿No te gusta sentir que dominas cada aspecto de tu vida y que eres bueno en ello?

Por supuesto, con una actitud como esta, estando uno tan seguro de que lo que está haciendo lo está haciendo bien, podemos ganarnos algunos enemigos. Pero eran los resultados y las ganancias de Ace lo que lo mantenían a salvo.

¿Qué era la vida de Ace sino estar constantemente trabajando? Este voice over ilustra perfectamente a lo que me refiero:

“In Vegas, everybody's gotta watch everybody else. Since the players are looking to beat the casino, the dealers are watching the players. The box men are watching the dealers. The floor men are watching the box men. The pit bosses are watching the floor men. The shift bosses are watching the pit bosses. The casino manager is watching the shift bosses. I'm watching the casino manager. And the eye-in-the-sky is watching us all”.
Así veo a Ace. Con los pantalones bien puestos y los ojos en todos lados. Trabajo, trabajo y más trabajo. Completamente centrado y determinado a triunfar, a hacer las cosas como tenían que hacerse, o al menos eso me hizo pensar. Supongo que tendría algún negocio turbio y algún secretillo y no dudo que supiera que mantener la legalidad de las cosas –aunque fuera en apariencia- lo ayudaría con la policía y las autoridades.
Todo estaba bien hasta que llegó Ginger. Ginger, con su linda figura y su par de ojos coquetos. Y Ace con la seguridad de que ella lograría amarlo con el pasar del tiempo. ¿Cuánto amaba Ace a Ginger? Demasiado. ¿Cuánto llegó a mortificarse por ella? Más de lo muchos hubieran soportado (hombres y mujeres por igual). Casi se me rompe el corazón porque sé que, en parte, ella fue una de las asperezas que hizo que la relación entre Nicky Santoro y Ace se deteriorara tanto que la situación en Las Vegas empezó a llamar –más- la atención de los jefes, que los vigilaban desde casa.

A Ace la situación se le tornó complicada. Tensión en cada fotograma porque sabía –creía que sabía- cómo terminaría todo. Al final, Ginger salió de la vida de Ace y todo fue mucho más tranquilo. Después de que intentaran asesinarlo, Sam Rothstein dejó Las Vegas y se dedicó a cuestiones más pausadas – ¿truculentas? no lo sé-. Pero, eso sí, siempre a su manera.

Entonces pienso –y siento- que poco nos valdrá el amor y el confiarle nuestra vida a alguien (Ginger, en este caso) si, primero, no es alguien que se ha ganado nuestra confianza y ha demostrado ser digno de ella; segundo, si ese alguien está completamente sumido en una relación egoísta consigo mismo y; tercero, si la persona en cuestión no responde nuestra confianza con la misma moneda.

Las relaciones se pueden llevar lo mejor de nosotros. En nada estuve de acuerdo con Nicky Santoro en tres horas de película, excepto en esto:

“A lot of holes in the desert, and a lot of problems are buried in those holes. But you gotta do it right. I mean, you gotta have the hole already dug before you show up with a package in the trunk. Otherwise, you're talking about a half-hour to forty-five minutes worth of digging. And who knows who's gonna come along in that time? Pretty soon, you gotta dig a few more holes. You could be there all fuckin' night”.
En otras palabras, hay que hacer las cosas a nuestro modo –como Rothstein- pero siempre, sin importar lo que nos cueste, tenemos que hacerlas bien.

Mónica García del Castillo M.

1 comentario:

  1. Me encanta tu entrada, porque ahora pienso que con esa dupla que existe entre -afectuosamente- Marty y Bobby es imposible no enamorarse de los personajes que nos enseñan estos dos -grandes- hombres.

    Siento que tu "cansancio" proviene del mismo lugar que salen todas las emociones que sentimos -o al menos yo- cuando vemos una película de Martin Scorsese: de la inversión que le ponemos a cualquiera de sus obras. Es un toma por un dame. Y la verdad, no pienso en otra manera más ideal que retribuirle a su gran esfuerzo... Nuestra preocupación por sus grandiosos personajes.

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