domingo, 26 de enero de 2014

Bringing out the dead: El papel de la muerte

      Este largometraje del director ítalo-americano muestra nuevamente el ingenio que posee este excelente cineasta para contar sus historias. Ambientada esta vez en la Nueva York de los 90´s, Scorsese se atreve a reflejar la misma penumbra y miseria que nos mostró en Taxi Driver. Pero, esta vez con un tinte más oscuro y, si se quiere, tenebroso. Veinticinco años después las luces de neón de las calles neoyorkinas pasan a través del lente de Scorsese, sin reflejar cambio alguno.
      El hombre de Taxi driver que busca el desahogo en la violencia, esta vez se ha convertido en el solitario que busca un estado de gratitud. El largometraje cuenta la vida de un hombre que trabaja como paramédico en un hospital de Nueva York que, cuyas rutas nocturnas lo trasladan a través de su paranoia. “Siempre he tenido pesadillas, pero ahora los fantasmas no esperan a que yo me quede dormido” es una de las frases más importantes que el  protagonista dice,  y que ayuda en el desarrollo de la historia.
     En los primero minutos de la película, Frank  y su compañero reciben una llamada de la familia Burke. Al llegar a la casa encuentran al anciano Burke prácticamente hecho cadáver. Sin embargo, Frank logra con éxito resucitarlo.  En muchas de sus luchas contra la muerte, esta parece ser una victoria a su favor, o como diría el propio Frank: “después de un tiempo comprendí que mi vida no se trataba de salvar vidas sino de dar testimonio”.
      De aquí en adelante, Scorsese nos muestra un Frank que se obsesiona por salvar vidas, quien carga consigo la pena de no haber podido salvar a la joven Rose, fantasma con el que alucina con más frecuencia.

     En definitiva, el desgaste físico que implica su trabajo, el no haber superado la muerte de Rose, y de muchos de las personas que no puedo salvar, hacen que  Frank se entregue a las drogas y al alcohol. Casi al borde de la demencia, Frank conoce a Mary; hija del anciano a cuya vida salvo. Es ella quien representa en la vida de este hombre, la salvación.

Andrea Rodríguez Pernia

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