domingo, 26 de enero de 2014

Bringing out the dead: una Dolce Vita de sufrimiento


Una jaula mental. O tal vez emocional. Frank no puede escapar de lo que quiere huir. No puede, porque algo superior a él se lo impide. Es su alma, su cerebro, o la costumbre. Está inmovilizado. Esto hace recordar a La dolce vita, de Federico Fellini.


En ella, Marcello es un periodista que escribe crónicas de farándula, mientras se repite a sí mismo y  su entorno que lo suyo es “el periodismo serio” y que su trabajo es solo por el rato. La película termina con una escena denigrante en la que un grupo de adinerados toman como objeto de burla a las mujeres del círculo y entre chorros de champaña y otras tantas cosas, se sumergen en lo más podrido de ese mundo.

Vemos a Frank en busca de su “periodismo serio”. Renuncia. Vuelve. Odia su trabajo. Va a diario a la oficina. Un ente superior está a cargo de su decisión, una vez más. Espera que lo despidan. No actúa. Es el Marcello de Nueva York, sumergido en una Dolce vita de sufrimiento.

Nunca conocemos a Marcello ni a Frank en un tiempo pasado. Desde el primer plano la insatisfacción reina en ambos. Y este último no puede salir de su encierro de ambulancia porque para él, pareciera ser una especie de misión acompañar a sus pacientes hasta el final de sus sufrimientos. Marcello, en cambio, actúa partiendo de egoísmo puro.  

"Mi trabajo se trataba menos sobre salvar vidas que sobre ser un testigo” dice Frank. Comparando con otra película con la que suele hacérsele alusión, Taxi Driver, el protagonista actúa de forma contraria pero igual que Travis. Frankk busca influir en las personas que sigue. Travis eliminando a la gente y Frank intentando que no se vayan. Al final, ambos buscan, en cierta forma, evitar dolor. Proteger. Travis el de Iris y Frank el de sus pacientes. Todos ellos en condiciones miserables.

Nueva York gesta héroes atormentados, entonces. Insomnes. Mientras que Italia gesta periodistas de farándula, también atormentados. Sea en taxi o en ambulancia, los rascacielos están allí para la miseria compartida de Frank y Travis.


Fabiola Ferrero


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