domingo, 26 de enero de 2014

Bringing Out The Dead

Scorsese una vez más nos cita en la ciudad de Nueva York, una lugar lleno de un incesante caos, para desarrollar la historia de Bringing Out The Dead (1999). Frank Pierce, el protagonista, de manera paulatina nos va explicando sus motivos y preocupaciones. Es un paramédico que noche a noche intenta salvar a personas involucradas en diferentes eventos desafortunados. Sin embargo, no siempre logran escaparse de la muerte, lo que hace que Frank lleve una vida bastante abrumadora y atormentada.

A pesar de que la violencia y la narración en voice en OFF por parte del protagonista es un punto en muy común en los films de Scorsese, en este caso, el crimen no fue tan explícito como en otras ocasiones. Los motivos que hacían que la película avanzara no eran tanto las acciones de los personajes, ya que todo era bastante monótono, sino la perspectiva que le daba Rick sobre cada evento.

También es notable que los personajes principales de las historias guardan ciertas similitudes con la vida privada del director. Esta no fue la excepción. La familia no fue pasada por alto al mencionar la relación del protagonista con sus padres y de la importancia que tuvieron ellos al momento de él decidir a qué se quería dedicar en un futuro.

Durante toda la película Frank está en búsqueda de la redención. El seguir salvando vidas significará perdonarse por aquellos que no lograron sobrevivir. Esta vez, visualmente, no se podía apreciar esto tanto a través de la simbología del fuego como en otras ocasiones. Sin embargo, para expresar lo turbulento que podía ser la vida de Frank, además de estar influenciada por el alcohol, en varias oportunidades es estilo visual se tornaba un tanto psicodélico y acelerado.


Frank, durante toda la película, se juzga a sí mismo. Su consciencia lo atormenta por no haber podido salvar a aquella chica y se manifiesta durante esos tres días que pudimos conocerlo con voces e imágenes agobiantes. Para poder salir del tormento, y en vez de salvar una vida como  era de esperarse, Frank deja morir al padre de Mary, a quién al principio de la película le tocó atender, liberándose de todos aquellos fantasmas que lo atormentaban. Allí, se desprende de todo. Frank decide liberarse de la angustia, cerrando la película con un plano en donde la intención religiosa y de redención es notable: Mary resguarda en sus brazos a Frank, emanando paz y calma, mientras la iluminación va saturando dicha imagen, pero a su vez, despierta un ambiente de cierta índole celestial.


Karla Urquía

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