Scorsese una vez más nos
cita en la ciudad de Nueva York, una lugar lleno de un incesante caos, para
desarrollar la historia de Bringing Out The Dead (1999). Frank Pierce, el
protagonista, de manera paulatina nos va explicando sus motivos y preocupaciones.
Es un paramédico que noche a noche intenta salvar a personas involucradas en
diferentes eventos desafortunados. Sin embargo, no siempre logran escaparse de
la muerte, lo que hace que Frank lleve una vida bastante abrumadora y
atormentada.
A pesar de que la
violencia y la narración en voice en OFF por parte del protagonista es un punto
en muy común en los films de Scorsese, en este caso, el crimen no fue tan
explícito como en otras ocasiones. Los motivos que hacían que la película
avanzara no eran tanto las acciones de los personajes, ya que todo era bastante
monótono, sino la perspectiva que le daba Rick sobre cada evento.
También es notable que los
personajes principales de las historias guardan ciertas similitudes con la vida
privada del director. Esta no fue la excepción. La familia no fue pasada por
alto al mencionar la relación del protagonista con sus padres y de la
importancia que tuvieron ellos al momento de él decidir a qué se quería dedicar
en un futuro.
Durante toda la película
Frank está en búsqueda de la redención. El seguir salvando vidas significará perdonarse
por aquellos que no lograron sobrevivir. Esta vez, visualmente, no se podía
apreciar esto tanto a través de la simbología del fuego como en otras
ocasiones. Sin embargo, para expresar lo turbulento que podía ser la vida de
Frank, además de estar influenciada por el alcohol, en varias oportunidades es
estilo visual se tornaba un tanto psicodélico y acelerado.
Frank, durante toda la
película, se juzga a sí mismo. Su consciencia lo atormenta por no haber podido
salvar a aquella chica y se manifiesta durante esos tres días que pudimos
conocerlo con voces e imágenes agobiantes. Para poder salir
del tormento, y en vez de salvar una vida como era de esperarse, Frank deja morir al padre de
Mary, a quién al principio de la película le tocó atender, liberándose de todos
aquellos fantasmas que lo atormentaban. Allí, se desprende de todo. Frank
decide liberarse de la angustia, cerrando la película con un plano en donde la
intención religiosa y de redención es notable: Mary resguarda en sus brazos a
Frank, emanando paz y calma, mientras la iluminación va saturando dicha imagen,
pero a su vez, despierta un ambiente de cierta índole celestial.
Karla Urquía
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