domingo, 12 de enero de 2014

Cómo se manifiesta Raging Bull



Scorsese nuevamente nos muestra un film lleno de culpa en busca de alguna redención. Nos cuenta la historia del joven boxeador Jake LaMotta, de los errores que comete y de cómo vuelve a donde empezó después de tenerlo todo. Nos muestra durante 129 minutos una magistral historia de auto-destrucción, además de conseguir que De Niro entregará todo su sudor en este papel.

El personaje de LaMotta nos genera demasiados sentimientos encontrados, podemos llegar a odiarlo y a sentir lastima por él en menos de 10 segundos, cuando por ejemplo golpea a su hermano y a su esposa nos parece una persona desagradable y despreciable; pero cuando llora al frente de su padre por haber perdido la pelea nos genera una cierta compasión y lastima.

Scorsese logra un trabajo impecable en esta película llena de nominaciones y premios, otra cosa que habría que tocar es el magistral montaje que logra Thelma Schoonmaker, le dio vida a cada pelea y a cada golpe, el dueto hacen de Raging Bull una película rápida capaz y robar nuestro aliento y de capturar nuestra mirada por 2 horas seguidas.

Un hecho interesante de esta película es que Martin le dio el toque perfecto para la década de los 50 poniendo el formato en blanco y negro y me imagino que usó este formato, también, para que no censurarán toda la sangre falsa que quiso utilizar para cada escena de pelea. Otra peculiaridad es la manera en disfrazar a De Niro, al final, lo pone gordo y con algo diferente en la cara; por varios minutos pensé que era otro actor interpretando el viejo LaMotta, hasta que vi la mueca de Robert cuando sonríe y me di cuenta que era él. Magnifico el trabajo de los maquilladores y estilistas en este largometraje.

Scorsese nos deja una reflexión intensa y fundamental, cualquiera que haya cometido errores vería que cada quien tiene un poco del personaje dentro, y que cada quien tiene una manera de arrepentirse y rectificar sus errores. No quiero decir que todos sufrimos de ira, como Jake lo hacía, lo que quiero decir es que cada uno de nosotros ha recorrido la dirección incorrecta sabiendo que es la dirección incorrecta y por suerte rectificamos en el momento preciso. A Jake, por el contario, no le dio tiempo de rectificar en el momento justo, y presenciamos como pierde todo. 

M.Valentina Fernández 

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