jueves, 16 de enero de 2014

Santa y Bendita Violencia

Para hablar de el cine de Martín Scorsese es necesario tener en cuenta la cuota, bien pagada, de violencia que pone en cada uno de sus filmes, pero en Toro Salvaje (Raging Bull) la violencia tiene un alto grado de introspección. Jake La Motta, boxeador y un ser iracundo crónico, ve en la violencia, permitida dentro del ring, como una forma de escape de la terrible y sadomasoquista rabia que lo consume.

La particular forma en la cual el director gráfica la violencia de La Motta, va desde golpes directos y seguidos a la cámara, a modo de golpes al espectador, como violentas escenas donde la sangre protagoniza con frecuencia las escenas tiñendo el blanco y negro que lo rodea, además la iconografía católica , en esta oportunidad menos explicita y mas simbólica, le da un aire casi espiritual a las múltiples descargas de golpes que el boxeador le impone a sus contrincantes e incluso a su esposa.

Es difícil separar a La Motta de sus demonios y estas crónicas y desproporcionadas ganas de moler a golpes a todos los que se pongan en su camino, pero la realidad es que sus fantasmas y el auto desprecio hacen de el boxeo una actividad mas ligada con la expiación de sus culpas que con un deporte de contacto.

Otro punto que ha generado controversia hacia Toro Salvaje, es el tema de la redención y la comparación que el mismo Scorsese hiciera con su propia biografía, muchos críticos han hablado de una redención mal lograda o mejor dicho poco formal, pero para Scorsese este personaje logra claramente descansar del peso de la ira que despedían sus puños. Sin duda una pieza que marco la carrera del director en un momento de gran caos en su vida. 







 Por: Jorge L. Hernández Monasterio.

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