domingo, 26 de enero de 2014

Esperando a Godot por Martin Scorsese

Por Rebecca Perich
Si me pidieran describir en una palabra Bringing out the Dead (1999) sería el limbo. Es por eso la inevitable asociación con Godot. Esta película ha sido comparada con el Inferno de la Divina Comedia de Dante. Quizás una aproximación más contemporánea sería Esperando a Godot de Samuel Beckett. 

En la pieza teatral de Beckett, los personajes principales, Vladimir y Estragón, están durante dos días (no sabemos desde hace cuánto llevan ahí) sentados, conversando, esperando que algo pase, esperando que alguien llegue. De cuando en cuando se les despierta la necesidad de irse, de moverse, de salir de ese estado de anomia, pero luego recuerdan que están ahí esperando, esperando a Godot, quien por supuesto nunca llega. 

Estragón: Vámonos
Vladimir: No podemos
Estragón: Por qué
Vladimir: Esperamos a Godot.


Frank (Nicolas Cage) vive una situación similar. Está atrapado en un trabajo como paramédico en la zona donde reina la escoria neoyorquina. Nada pasa, o más bien, todo lo que pasa es siempre lo mismo. Los pacientes suelen ser siempre los mismos; la razón de las emergencias es la misma:  "Por qué siempre es paro cardíaco?! Qué pasó con los dolores de pecho, dificultad para respirar, brazos fracturados?! Vamos gente!!", se queja Frank; los personajes repiten las mismas acciones: la enfermera da sermones a los pacientes recurrentes,  Walls canaliza su ira golpeando el carro o persiguiendo vagabundos, el guardia discute y evita que entren a emergencias "No me hagas quitarme los lentes de sol!!", es su leit motiv. Y Frank está viviendo en este ciclo, pero está enfermo, no puede dormir, ahoga sus tortuosos obsesivos pensamientos en alcohol y cada día que pasa pierde un pedazo de su sanidad. Scorsese nos muestra  a los fantasmas que atormentan a Frank en escenas que parecen dirigidas por Michel Gondry: Rose repetida y superpuesta en las caras de otras personas, en todas las aceras, Frank dándole la mano a los muertos para liberarlos, etc. 


No queda duda que Frank siente la necesidad de irse, pero no lo hace. El segundo día, después de volcarse el carro Frank sale ileso y dice "renuncio", pero al día siguiente lo vemos de vuelta. Él llega incluso a entender que el fin de su trabajo no es salvar vidas, sino en ser testigo del sufrimiento de sus pacientes y sufrir con ellos. Esta epifanía no es otra cosa que descubrir que se encuentra en el limbo. La esperanza de su salida reside en que el jefe lo despida, pero este le repite día tras día "Te despido mañana".  Y Frank se queda ahí, sufriendo, esperando que pase algo, esperando que pase alguien. Esperando a que llegue Godot. 

Estragón: Qué? Nos vamos?
Vladimir: Sí. Vámonos (No se mueven)

No es casualidad que Paul Schrader sea el guionista de esta historia. También escribió Taxi Driver, donde el protagonista, también insómnico, se dedica a recorrer las calles llenas de "escoria" luchando con la soledad. Una de las diferencias principales gira en torno a la relación de los personajes principales con las mujeres que le dan un respiro de esperanza. En Taxi Driver, Travis queda cautivado por la luz de Betsy, la invita a salir y se enamora de ella (aunque podríamos decir que lo hace desde la obsesión); mientras que Frank ve en Mary una compañera de sufrimiento, alguien que entiende el dolor de la misma manera que él y que tiene la necesidad de encontrar la salvación.

Y la encuentran. Finalmente Frank encuentra algo de paz al dejar morir al padre de Mary -cuya fantasma lo atormentaba en súplica de muerte-, y va a buscar a Mary. Pero, ¿es suficiente esa paz interior para sobrevivir a la ciudad de sufriemiento y dolor ? "Esta ciudad te va a matar si no eres lo suficientemente fuerte", dice Mary. Tal vez no, pero por lo menos están juntos, compartiendo el dolor y esperando a Godot. 

Vladimir: Entonces, ¿ nos vamos?
Estragón: Vámonos. (No se mueven).
TELÓN.

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